Tercera quedada nacional

Organizada por FA20 Owner Club

El pasado 4 de noviembre, y convocada por el FA20 Owners Club tuvo lugar, como ya habíamos anunciado en este blog, la tercera quedada nacional de propietarios de toyobarus (GT86 y BRZ). 

Convocados a partir de las 10.00 h en el parking de la estación de tren de Tres Cantos, con el objetivo de iniciar la ruta a las 11.00 h., poco a poco fueron llegando los participantes al evento.

Por mi parte, residiendo en Alcobendas, a 10 km. del punto de encuentro, no podía faltar a la cita, y pocos minutos antes de las 10.00 h., ponía en marcha mi GT86 y me encaminaba hacia Tres Cantos.

Tampoco faltó a la cita la lluvia, que me acompaño en el recorrido hacia el punto de encuentro y durante buena parte de la estancia en el parking.

Sin embargo, la organización -excelente, como resaltaremos varias veces a lo largo de la narración- había pensado en todo y el parking disponía de plazas cubiertas donde los asistentes nos refugiamos de la lluvía mientras nos íbamos saludando, los conocidos de otras quedadas, o nos presentábamos a los que coincidíamos por primera vez.

Una vez la lluvia amainó, la gente abandonó el parking cubierto para salir a admirar los distíntos vehículos que iban llegando a la concentración. Se pudieron admirar distintas modificaciones en los vehículos. Los cambios de llantas eran muy habituales y las suspensiones rebajadas también.

Especial atención acaparó un GT86, venido desde Portugal -el encuentro contó con la asistencia de tres vehículos llegados desde Portugal- que tenia instalado el compresor MKS.

Alrededor de las 10.30 h. la organización solcitó a los asistentes aparcar los coches por colores para tomar la foto oficial del evento. No es fácil ver 33 toyobarus juntos.

Después de la foto oficial, nos reunimos para comentar el orden de marcha. Se asignó la frecuencia de los walkies talkies y los asistentes con dicho aparato procedieron a sincronizar la frecuencia y a probar sus dispositivos.

Luego se comentaron los principios de la marcha. La circulación de tantos vehículos juntos puede dificultar el tráfico general, así que para minimizar el impacto en el tráfico se formaron dos grupos y se recordó a los participantes la necesidad de facilitar la circulación a otros vehículos.

La organización había previsto una ruta divida en cuatro etapas. El primer tramo nos tenía que llevar hasta Cebreros (Ávila) donde se había establecido un punto de encuentro y donde se esperaba la incoporación a la concentración de dos nuevos vehículos.

Y nos pusimos en marcha. Con la llegada de dos toyobarus a última hora, salimos de Tres Cantos 35 toyobarus en orden de marcha.

Me había ofrecido para cerrar el segundo grupo, pero por las vicisitudes del tráfico, y por no entorpecerlo, me vi obligado rápidamente a adelantar a dos de los GT86 que me precedían, así que realicé este tramo en antepenúltima posición.

Esto me ubicó tras el GT86 portugués equipado con el compresor MKS, de modo que cuando abandonamos las autovías que rodean Madrid y empezamos a serpentear por las carreteras de montaña, lo primero que hice fue bajar la ventanilla para escuchar el "rugido" del coche que me precedía.

No conocía la carretera por la que íbamos circulando y la verdad es que disfrute de la ruta serpenteante por las sierras abulenses.

Llegamos sin novedad a Cebreros, causando la lógica expectación en todos los vecinos que veían llegar tal número de vehículos deportivos a su localidad. La organización, que había pensado en todo, había elegido una calle a la entrada en el pueblo con aparcamientos suficientes para dejar todos los coches estacionados juntos.

Parada técnica en un bar próximo para tomar un café, intercambiar opiniones con alguno de los asistentes y esperar a los dos toyobarus que habían confirmado su presencia en este punto de encuentro y que llegaron puntualmente a su cita.

A la hora establecida retomamos la segunda etapa que nos debía llevar hasta Ávila, donde estaba previsto comer. Si disfrute de la parte de montaña de la primera etapa, la segunda etapa lo hice si cabe, todavía más.

La ruta, también nueva para mí, me pareció de lo más apropiada para sacar lo mejor de este coche y es que no hay nada mejor que una buena carretera de montaña para disfrutar de un toyobaru.

A mitad de ruta, y en la única larga recta del recorrido, se detuvo la caravana, con objeto de juntar los coches -que se distancian notablemente en este tipo de carreteras- y realizar algunas fotos y vídeos.

Una vez retomada la marcha no tardamos en alcanzar Avila, donde nos esperaba un enorme chaparrón que anegó varias calles y donde tuvimos que cruzar auténticos rios, que me hicieron temer, no solo por mi coche, sino por aquellos que llevaban la suspensión rebajada.

Pese a todo llegamos sin novedad al restaurante donde pudimos aparcar en sus alrededores. Pocos minutos después estábamos todos sentados a la mesa.

Llegaba uno de los momentos más complicados del encuentro. Dar de comer a más de 50 personas no es tarea fácil, pero de nuevo todo estuvo perfectamente organizado. Los asistentes, a petición de la organización, habíamos tenido que elegir previamente el menú que ibamos a degustar.

Y fue sentarse a la mesa y empezar a salir los platos. La comida transcurrió apaciblemente. Es uno de los momentos que más me gustan de las quedadas, pues es el momento propicio para intercambiar opiniones con la gente, pero al ser este un encuentro tan multitudinario estábamos ubicados en varias mesas, por lo que hubo un buen número de conocidos con los que si apenas pude cruzar un saludo. Destacar también la organización para pagar los menús. Todo fue rodado.

Una vez finalizada la comida, de vuelta a la ruta. Tuvimos la pérdida de álgun integrante que se despidió para volver a casa y el resto nos dirigimos al Puerto de la Cruz Verde, donde finalizaba la tercera etapa. De nuevo repartidos en dos grupos nos pusimos en marcha. Y no se si será por que la carretera era más ancha, o por que ya la conocía, o por que fue, pero no disfruté tanto este tramos como los de la mañana.

Llegamos al Puerto de la Cruz Verde, uno de los 'templos moteros' por excelencia, y donde es habitual ver decenas de motos en el parking de la cafetería que allí está establecida. Sin embargo la estampa fue distitna. Decenas de toyobarus ocuparon el parking habitualmente ocupado por motos.

Algunos decidimos entrar a tomar un café. Y estaba hablando con otro asistente cuando llegó el mensaje de que nos poníamos en marcha de nuevo. Así que apuramos el café y salimos cada uno a su coche.

Aquí se produjo el único momento de desconcierto de toda la quedada. Algunos ya se despedían pues no volvían a Tres Cantos y se dirigían ya a sus casas y al salir a la carretera unos tomaron una dirección, otros otra, algunos desconcertados, empezaron a dar vueltas a la rotonda.

De repente me encontré encabezando un pequeño grupo de toyobarus. Afortunadamente llevaba el navegador -si bien no tenía la ruta activada- y conocia más o menos la ruta (de hecho, el tramo Torrelodones-Colmenar Viejo se lo había propuesto a Cruz para que lo incluyera en este tramo) y empezaba a anochecer, así que no dudé en tirar del grupo.

Al llegar a Galapagar, al girar en una glorieta, el GT86 que me seguía tomó otra salida, para mi desconcierto (luego me enteré que había comunicado que nos dejaba en Galapagar para ir desde alli a su casa).

El tramo entre Galapagar y Torrelodones los hice con bastantes dudas y me tuve que parar varias veces para esperar a los coches que me seguían. No fue hasta pasado Hoyo de Manzanares que se me pegaron tres toyobarus. Justo cuando entrábamos en la carretera que cruza el parque regional del Manzanares.

La noche ya había caido y me encotraba liderando un grupo. La carretera, estrecha y revirada, con algunas piedras en los laterales, a modo de quitamiedos, es bastante divertida, pero apenas si veía bien y no pude disfrutar demasiado del tramo.
Poco después llegábamos a Tres Cantos donde solo habían llegado 4 coches más. Cada uno había seguido una ruta distinta pues el desconcierto a la salida del Puerto de la Cruz Verde había sido grande.

Pero poco a poco fueron llegando los coches que aun seguían en el encuentro.

Comentarios finales, loas a la organización y despedidas de algunos. Muchos, especialmente los de fuera de Madrid, se quedaban a dormir en Tres Cantos y quedaron para cenar, pero otros nos despedimos y nos volvimos para casa, esperando ya que se organice el siguiente encuentro para volver a disfrutar del coche y del buen rollo que hay entre sus propietarios.
Agradecer finalmente a Cruz todo el esfuerzo que ha realizado para organizar tan bien este encuentro. Ha puesto el listón muy alto.

Añadir un comentario

El código HTML se muestra como texto y las direcciones web se transforman automáticamente.

Page top